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Hay sesiones que simplemente fluyen como si todo estuviera perfectamente alineado. Así fue la llegada de este pequeño gigante de casi 4 kilos, que nos regaló una sesión tranquila, dulce y mágica desde el primer momento.
Desde que entraron al estudio, sus papás irradiaban ternura. El tipo de amor que se siente en el aire, que se transmite con una mirada, con un gesto suave, con el cuidado que solo unos padres profundamente conectados pueden dar. Y así, entre susurros y caricias, este bebé durmió plácido mientras creábamos juntos recuerdos que durarán toda la vida.
Cada detalle de su cuerpito, sus manitos cerradas, su respiración serena… capturar esos primeros días es un verdadero privilegio. Días que pasan tan rápido, pero que gracias a la fotografía podemos atesorar para siempre.
Gracias a esta hermosa familia por confiar en mí para inmortalizar su comienzo. Me voy de esta sesión con el corazón lleno y la certeza de que este pequeño llegó a un hogar donde el amor es el centro de todo.
Si estás esperando a tu bebé, este es el momento ideal para agendar su sesión. Los primeros días pasan volando, pero las fotos quedan para siempre.